El primer robo del cuadro tiene un ladrón bastante célebre: Napoleón. El autoproclamado emperador francés se lo llevó como botín de guerra, pero la obra fue devuelta en 1815 tras su derrota en Waterloo. Los alemanes se lo llevaron de nuevo durante la Primera Guerra Mundial, pero tuvieron que devolverlo como parte del tratado de Versalles al término del conflicto.
En 1934 tuvo lugar uno de los robos más sonados de la obra, uno cuyo misterio aún sigue sin resolver en nuestros días. Uno de los paneles de este políptico (una obra pictórica separada en varias secciones que a menudo se despliegan) desapareció. La policía belga recibió varias notas de rescate pidiendo un millón de francos. Mientras tanto, el restaurador Jef Van Der Veken se afanaba en pintar una réplica para sustituir al original.
Durante años se creyó que fue el propio restaurador el autor del crimen. Al no recibir nunca el rescate que demandaba, Van Der Veken simplemente pintó su copia encima del original y este se devolvió a la catedral de Ghent. Años más tarde el misterio se complicó aún más.
En 1940 Hitler decidió que quería el cuadro para su gran museo, así que cuando los nazis invadieron Bélgica, las autoridades belgas decidieron enviar la obra a Francia. Mala idea, Los nazis la interceptaron y la guardaron, junto a miles de otras obras robadas, en la mina de sal de Altaussee, en Austria. La historia de cómo se recuperaron esas obras es épica en sí misma porque incluye a los célebres The Monuments Men, que estaba especializado precisamente en recuperar obras de arte.
En 2019, la obra volvió a ponerse de actualidad porque su restauración reveló que la oveja que aparece en uno de los paneles tiene una cara sorprendentemente humana y en absoluto realista. La restauración también reveló un dato inquietante: Van Der Veken no había pintado su copia sobre el original como se creía. Era inocente y su copia era simplemente eso, una copia.
La muerte de un tratante de arte reveló una nota de rescate que no fue enviada a la policía. En ella se decía que la obra estaba oculta en un lugar donde nadie podría llevársela sin despertar la atención del público. Desde entonces la obra es un caso abierto para la policía Belga y se han llegado a practicar análisis de ADN sobre la saliva de los sobres en los que llegaron las notas de rescate. Todo ha sido en vano. El panel original sigue desaparecido y constituye uno de los grandes misterios de la pintura.
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