Investigadores de la Universidad de Leeds (Reino Unido) han detectado una inmensa corriente de hierro fundido en el núcleo de la Tierra. El hallazgo, publicado este lunes en la revista Nature Geoscience, se ha producido gracias a un profundo análisis del campo magnético del interior de la Tierra que ha sido realizado por los satélites Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA).
«Podemos definir esta corriente como una banda de hierro fundido que está rodeando el Polo Norte, parecida a la corriente de chorro de la atmósfera», ha dicho en un comunicado Phil Livermore, investigador en la Universidad de Leeds.
Ya se sospechaba de la existencia de un fenómeno así. Las anteriores investigaciones habían detectado cambios en el campo magnético que indicaban que la parte externa del núcleo de la Tierra se estaba moviendo más rápido bajo Alaska y Siberia. Pero no se entendía por qué ni si efectivamente era así. Pero gracias a las «radiografías» realizadas por los satélites de la ESA, los científicos han podido atravesar virtualmente los 3.000 kilómetros de roca que separan el núcleo de la superficie: «No solo hemos visto por primera vez esta corriente de chorro, sino que además hemos comprendido por qué está ahí», ha dicho Livermore.
Los datos indican que esta colosal corriente, que rodea el Polo Norte, se mueve unos 40 kilómetros cada año. Esto puede parecer poco, pero supera en tres veces las velocidades típicas del núcleo externo de la Tierra y es miles de veces más veloz que el desplazamiento de las placas tectónicas.
Los investigadores también han concluido que la corriente de hierro se alinea con una frontera entre dos regiones del núcleo. Consideran que este «río» se forma porque el líquido del núcleo se mueve hacia este límite desde los dos lados, y al final una parte acaba resbalando hacia los laterales.
«Por supuesto, necesitas una fuerza para mover el líquido a lo largo de esta frontera. Esto podría venir de fenómenos relacionados con la flotabilidad, o más probablemente con los campos magnéticos del núcleo», ha propuesto Rainer Hollerbach, coautor del estudio.
En opinión de Rune Floberghagen, líder de la misión Swarm de la ESA, es posible que haya más sorpresas sobre la Tierra en el futuro, porque su campo magnético es muy dinámico e incluso es posible que esta corriente cambie de dirección en el futuro.
«Sabemos más sobre el Sol que sobre el núcleo de la Tierra», ha dicho Chris Finlay, otro de los investigadores involucrados en el estudio y profesor en la Universidad Técnica de Dinamarca. «El descubrimiento de esta corriente es un interesantísimo paso para saber cómo funciona el interior de nuestro planeta».
Precisamente, este fue uno de los motivos por los cuales la ESA lanzó en 2013 una constelación (grupo) de tres satélites para medir el campo magnético terrestre en su interior, repasando el núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera.
El campo magnético terrestre se encuentra en un estado de continua evolución. El polo norte magnético se desplaza de forma acelerada, y cada pocos cientos de miles de años se invierte la polaridad del campo, lo que provocaría que las brújulas empezasen a apuntar hacia el sur. Por otro lado, la intensidad del campo magnético también varía constantemente, y en los últimos años parece estar debilitándose de forma considerable.
http://www.nature.com/ngeo/journal/vaop/ncurrent/full/ngeo2859.html