Junto a los restos del niño, detalla el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas francés, fueron encontradas cerca de una veintena de vasijas de vidrio y barro, así como efectos personales, entre los que destacan un peroné en aleación de cobre y un pequeño aro de hierro acompañado de una barra, que se sospecha podría tratarse de un juguete. Además, se halló un cachorro de perro colocado a los pies del difunto, fuera del ataúd, ataviado con un collar compuesto de unos quince apliques de bronce y provisto de una campana.
Según explica el instituto, los entierros infantiles galorromanos son algo excepcional, ya que generalmente los niños eran cremados o enterrados en un contexto habitacional, y pocas veces se les practicaban los mismos rituales funerarios reservados para los adultos. Asimismo, tanto la cantidad como la calidad de los objetos encontrados en el sepulcro hacen pensar a los investigadores que el menor pertenecía a un estrato social privilegiado.
Del mismo modo, las excavaciones revelaron un largo periodo de ocupación en el área en donde será construido el aeropuerto. Las evidencias más antiguas encontradas se remontan a la Primera Edad de Piedra (800 a 450 a.C.). Asimismo, fueron encontrados restos de edificaciones de la Edad Media y de inmuebles construidos a principios del siglo XX.