Se necesitaron casi 600 años pero finalmente se halló la “mecha” estelar responsable de una luminosa explosión documentada por antiguos astrónomos coreanos en la corte de Seúl, que la observaron durante 14 noches consecutivas en el lejano marzo de 1437. En ese momento, pensaron que era el nacimiento de una nueva estrella “cola” en la Constelación del Escorpión. Empero, en realidad se trataba de una enorme explosión causada por la acumulación de hidrógeno en la superficie de una enana blanca.
La identificó por primera vez un grupo internacional de astrofísicos coordinado por el Museo De Historia Natural de Nueva York, que publicó el descubrimiento recientemente en la revista Nature.
“Esta es la primera estrella nova identificada con certeza sobre la base de los testimonios chinos, coreanos y japoneses de los últimos 2.500 años”, explicó el coordinador del estudio Michael Shara.
Una nova es una colosal “bomba” de hidrógeno producida por un sistema binario en el que una estrella similar al Sol es “comida” por una estrella “zombie”, una enana blanca. Se necesitan cerca de 100.000 años para que la enana blanca consiga tragar tanto hidrógeno como para formar un caparazón que luego explota, haciendo la estrella hasta 300.000 veces más luminosa que el Sol, por algunos días y también por algunos meses.
Shara buscó por años individualizar el sistema binario responsable de la explosión de 1437 llegando a encontrar la “cáscara” expulsada por la nova: el momento crucial llegó gracias a un negativo fotográfico realizado en 1923 por el Observatorio de Harvard, en Perú, que permitió observar cuánto la estrella se desplazó.
“Retrocedimos seis siglos atrás y, bingo, hela aquí, exactamente en el centro de nuestro caparazón. Como un reloj: aquí el hecho que nos convenció de que estábamos en la pista justa”, narró Shara.
Otros negativos de los años 40 demuestran que la estrella ingresó en una nueva fase de su ciclo vital: tras ser nova y novoide, ahora es una nova enana, con pequeñas explosiones.
Y luego de la hibernación podrá volver a ser novoide y luego nova, repitiendo el ciclo unas 100.000 veces en miles de millones de años.