Channelling: las canalizaciones y su adaptación para los nuevos tiempos

Javier Sierra posteaba en redes sociales el día 25 las palabras del astronauta del Apolo 15 Al Worden durante su intervención en Starmus 2019, en las que recitaba unos versos sobre su vuelo a la Luna. Según el propio Worden, esos versos le fueron dictados directamente a su cabeza durante una noche. “Lo llaman channelling”.

Sus palabras sorprenden, teniendo en cuenta que hablamos de un hombre de ciencia apegado al programa espacial norteamericano que hizo historia hace medio siglo. El festival Starmus sirve también este año como homenaje a esos hombres que llevaron a la humanidad un paso más allá en su sueño de conocer el cosmos y acercarse a las estrellas. En un marco excepcional, donde intervienen nombres ilustres y se reflexiona sobre el futuro de la especie humana o se plantean incógnitas sobre el Universo, hay espacio también para la filosofía o la poesía, junto a cuestiones fronterizas como la hipótesis de Gaia o la vida más allá de las fronteras de la Tierra. Precisamente por su importancia, sobrecoge leer y oír sobre términos como la canalización, tan relacionados al ocultismo y, por ello, denostados por buena parte del estamento científico.

Los tiempos están cambiando. Donde antes se ponían etiquetas como ‘pseudociencias’ o ‘supercherías’, ahora hay cada vez más voces que se atreven a debatir e indagar sobre asuntos que parecían irremediablemente unidos a la imaginación y la ciencia ficción. Un hecho muy importante, sin duda, pues sin imaginación no habría avance. Creaciones de todo tipo han nacido precisamente del ingenio y la imaginación. Ideas, conceptos, ejercicios o hipótesis son presentadas diariamente en un proceso de progresión, rectificación y acumulación de conocimiento constante. Mágicamente, investigaciones de vanguardia en torno a la física o la inteligencia artificial traen consigo nuevas revisiones de doctrinas o disciplinas que se creían superadas o practicadas y seguidas por grupos reducidos, sobre todo afines al movimiento New Age. Ahí aparece el channelling que, a pesar de todo, ha tenido una importancia notable en determinados casos a lo largo de la historia, controversias y debates aparte.

Un fenómeno clásico y actual a partes iguales

En primer lugar, se debe dar una definición de channelling para todos los no iniciados al respecto. A grandes rasgos, se puede decir que versa sobre la supuesta transmisión de mensajes recibidos por una persona y emitidos por entidades ‘sobrenaturales’. Estos entes pueden existir en otro plano diferente al humano o bien ser de origen extraterrestre. El fenómeno en sí existe desde hace milenios, prácticamente desde que la humanidad desarrolló nociones como la trascendencia o la religiosidad. En este cajón de sastre se pueden incluir a chamanes, adivinos, profetas, espiritistas o a los modernos contactados como destinatarios de los mensajes. Entre los medios para recibir estas canalizaciones, se encuentran la telepatía, la escritura automática, la tabla Ouija, las epifanías o los sueños, aspecto este último muy interesante para afrontar modernas concepciones sobre el mundo de las anomalías.

La comunicación entre emisor y receptor se puede dar de forma espontánea – por ejemplo, «voces» en su cabeza, a veces en sueños – o inducida a través de algún tipo de ritual. En general, la comunicación tiene un aura de solemnidad asociada, en donde el individuo que contacta con la ‘entidad’ siente un profundo respeto hacia la misma, aunque pueden darse otro tipo de emociones (normalmente contrapuestas o contradictorias, como amor o miedo). Este intercambio de mensajes puede ser iniciada tanto por el ser humano como por la entidad sobrenatural.

Suele darse el caso de que el contactado se muestra escéptico antes del contacto y paulatinamente va tomando conciencia de lo que está viviendo. Este es un punto bastante importante que diferencia el fenómeno clásico (sobre todo los contactos con divinidades o espíritus) y el moderno (contactismo extraterrestre, doctrinas New Age y fenómenos paranormales como la telepatía o la precognición). Esta diferencia se debe sobre todo a motivos sociales y culturales: las sociedades modernas tienden a despreciar la existencia de lo inexplicable, mientras que en el pasado lo inexplicable solía ser un eje vertebrador de la vida de la comunidad.

Obviamente, tanto la definición como su desarrollo están sujetos a debate y revisión, al no haber en este artículo pretensión de establecer una fórmula única. Igualmente, hay aspectos relacionados con las canalizaciones que pueden ser polémicos. Por ejemplo, los tocantes a la mediumnidad, en los que el receptor puede estar separado o no del canal (dependiendo de si el médium es o no el receptor del mensaje).

Incidiendo un poco más en las categorías que puede presentar el channelling, se señalarán de forma resumida algunas de ellas:

  • Mensajes procedentes de espíritus de la naturaleza. Relacionado con el animismo y otras formas religiosas donde cada aspecto de la vida y fenómeno natural era divinizado. Aquí pueden encajar los contactos con seres feéricos que aparecen en el folclore popular alrededor del mundo (hadas, elfos, duendes…).
  • Mensajes procedentes de determinada divinidad o persona santa. Los mensajes suelen señalar alguna misión o pauta que debe cumplir o transmitir el receptor. Mediante la recepción, el beneficiario o escogido refuerza su creencia o le da un nuevo cariz. La comunicación puede ser iniciada por cualquiera de las dos partes implicadas (el dios, santo o entidad concreta o el adivino-orante). Una variante dentro de esta tipología es el Mesianismo (referido sobre todo a las religiones antiguas y monoteístas), donde el receptor se convierte en adalid de una nueva fe o de la transformación de una precedente.
  • Mensajes procedentes de entidades consideradas como malignas. En este caso concreto, la persona es la que suele establecer la comunicación para obtener algún tipo de beneficio o pedir un favor.
  • Mensajes procedentes del ‘más allá’. La comunicación puede iniciarse por ambas partes, bien por la persona viva o por parte del ser denominado de diferentes formas, como ‘aparición’ o ‘fantasma’.
  • Mensajes procedentes de entidades extraterrestres u OVNIs. Aquí pueden diferenciarse múltiples variantes, desde las propias del contactismo ufológico hasta mensajes sobre inminentes cambios planetarios, que igualmente pueden entrar en la siguiente categoría.
  • Mensajes procedentes de ‘entidades espirituales superiores’. Categoría íntimamente relacionada con algunas anteriores. Se incide sobre todo en la necesidad de una transformación profunda de la conciencia humana a todos los niveles, para así favorecer una suerte de evolución. Asimismo, hay mensajes que avisan sobre las posibles funestas consecuencias de las acciones humanas. Seres interdimensionales, espíritus o extraterrestres son comunes en este tipo de comunicación. Se mezclan elementos religiosos tradicionales con otros percibidos como novedosos por parte del receptor (o receptores).

La identidad del emisor es otro elemento a tener en cuenta. En este punto se dan una serie de circunstancias que pueden llevar a identificar de forma tajante a esa entidad, o bien a que esa identificación se haga erróneamente. Todo, por supuesto, suponiendo que ese ente externo a la persona sea real o que haya elementos que sustenten esa posibilidad. Con esta base, exploraremos algunas opciones respecto a la naturaleza del emisor:

  • Una Conciencia Universal: el ser no se trata de ninguna figura concreta, sino que los mensajes que los receptores obtienen provienen de una ‘conciencia universal’, una especie de archivo en donde se registran los actos de la humanidad desde su origen. Un ejemplo paradigmático es el de los registros Akáshicos, a los que se podría acceder mediante un estado alterado de conciencia o bajo condiciones mentales y ambientales especiales. El inconsciente colectivo de Jung, entre otras cosas, sería (siempre el propio creador del concepto) una suerte de divinidad que presenta imágenes arquetípicas en nuestros sueños. Los campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake encajarían en esta modalidad, pues establece que existe una memoria genética propia de cada especie, además de otra memoria universal a la que se puede acceder mediante esos estados alterados de conciencia.
  • Entidades no humanas: el emisor sería un ser no humano. Su naturaleza última puede ser divina, angelical, infernal, extraterrestre, intraterrestre, espiritual, extradimensional… Aquí podemos establecer algunas subcategorías, dependiendo de si la entidad es o no realmente lo que dice ser (esto último está supeditado a las creencias particulares del receptor/es e investigador/es ante el fenómeno). Entran en juego factores como la compresión, percepción e intención de cada una de las partes implicadas.
  • Entidades humanas: dentro de esta categoría hay dos opciones.
  1. La primera es que haya un canalizador humano (vivo o no) que admita abiertamente serlo. Si es una o varias personas vivas, habríamos de aceptar que existen fenómenos desconocidos que llevan a la consecución de formas de comunicación sorprendentes, como la telepatía o el sueño compartido. Por el contrario, existe la posibilidad de que el contacto se produzca con alguien supuestamente muerto, por lo que el receptor asume que hay vida después de la muerte, o al menos contempla esa posibilidad. El medio usado para establecer la comunicación es igualmente inusual. Escritura automática, espiritismo y uso de médiums o tabla Ouija, fenómenos poltergeist y otros son propios de esta categoría. Los factores mencionados más arriba juegan aquí también un papel destacado.
  2. La segunda opción es que el canalizador es diferente y no admite serlo. El emisor o emisores son humanos, pero no aceptan esta realidad e intentan disfrazarla por propósitos desconocidos, pudiendo disfrazarse de entidades paranormales de todo tipo. Todas las implicaciones anteriores se aplican igualmente en este apartado. Pero hay otra variante más a tener en cuenta, que es si esa ocultación de la verdadera naturaleza de la entidad se produce de forma deliberada (control mental, experimentos sociológicos con fines desconocidos…) o involuntaria (aquí se debe suponer que, por alguna razón, el contactante es humano pero no cree serlo realmente, por enfermedad mental o alguna creencia particular en la que cree ser un ser diferente).

Ninguna de estas divisiones es estanca, son sensibles de ampliación, debate y refinación. Unas posturas no invalidan a otras, y pueden llegar a convivir en determinados casos concretos. Se ha establecido una breve lista o jerarquía para plantear una mínima clasificación que sea coherente y sencilla de comprender. Esta panorámica general no contempla otro punto de vista diametralmente distinto, que es el de la ciencia racionalista.

La ciencia ortodoxa se contenta con unas respuestas simplistas, que suelen resumirse en dos: el receptor padece una enfermedad mental (diagnosticadas o no) o miente por algún motivo (deseos de notoriedad, llamadas de atención…). Precisamente, es en ese conformismo donde actualmente están incidiendo las voces críticas e igualmente abiertas a otras posibilidades, como la del citado Al Worden. Aunque es cierto que los mensajes recibidos por cualquiera de las vías presentan una serie de problemas fácilmente detectables si el investigador de adentra en la casuística.

Por ejemplo, las diferentes visiones del más allá pueden ser diametralmente opuestas. Los mensajes pueden contradecirse a sí mismos. Hay profecías que jamás se cumplen. O puede que los planteamientos expuestos por las entidades supuestamente superiores pueden ser moralmente cuestionables. Es evidente que hay algo que falla en esta ecuación emisor-canal-receptor. La respuesta es bastante obvia, pero sigue siendo pasada por alto por los propios receptores y por gran parte de los que se interesan por conocer los rudimentos de estos fenómenos: cada caso es único en sí mismo, al igual que cada individuo que lo vive.

En ningún momento debe cuestionarse la veracidad de los episodios (aunque es cierto que muchos son falsos o se deben a fallos de percepción, confusiones o enfermedades), pero sí que hay que enfocar cada uno como si fuera irrepetible, porque realmente parece serlo. Se corre otro riesgo más al investigar, y es que ese observador externo también posee sus propias creencias, conocimientos o prejuicios, por lo que ser imparcial es prácticamente imposible. Cada sujeto posee una subjetividad innata que no se puede dejar de lado por mucho que se intente. La clave radica, según la particular visión de quien esto escribe, en el trabajo grupal, interdisciplinar y consensuado.

Pero a pesar de todo lo expuesto, es cierto que siguen existiendo un mínimo de casos que sigue suponiendo un desafío para los investigadores de todo tipo. Seguimos desconociendo hasta qué punto fenómenos como los expuestos han tenido importancia para el desarrollo humano en general y del individuo contactado en particular. Sea cual sea la génesis del episodio. Y es ahí donde es necesario incidir, en los casos concretos, en sus posibles explicaciones, en las circunstancias en las que se producen los eventos. En este artículo se recurrirá a un solo caso, bastante desconocido y que no suele ser citado con asiduidad dentro de los círculos en los que se mueven los estudiosos y curiosos de las anomalías. Se trata del caso de una de las pioneras del arte abstracto, una mujer sueca que decía crear sus obras con ayuda de espíritus astrales. Ella es Hilma af Klint.

La enorme energía canalizada de Hilma

Estamos hablando de alguien que nunca participó de ningún movimiento artístico, que jamás expuso sus obras y que además dejó una serie de instrucciones al morir para dar a conocer sus obras. Nacida en 1862, Hilma era hija de un almirante, y asistió durante cinco años a la Real Academia Sueca de las Artes, donde adquirió sus conocimientos artísticos. Tuvo contacto con lo desconocido y había abrazado el esoterismo gracias a un suceso funesto, como ha pasado en otros muchos casos, como el de Arthur Conan Doyle o Víctor Hugo. La muerte de su hermana pequeña (de diez años), aumentó los deseos de conocimiento de Hilma, que se inició en teosofía, antroposofía o espiritismo. Algo nada extraño, teniendo en cuenta que numerosos artistas de los siglos XVIII y XIX abrazaron estas y otras doctrinas.

Al estudiar a Hilma af Klint, es imposible dividir su arte de su interpretación de lo místico. Desde 1892, formó parte de un grupo espiritista conocido como “Las Cinco” que se involucró con la canalización de cinco espíritus, los cuales comunicaban sus conocimientos a través de una gnosis metarracional. Las reuniones del grupo se producían los viernes, y en ellas se practicaba la escritura automática para canalizar los mensajes de los ‘Altos Maestros’, que pidieron a las chicas mostrar los mensajes en forma de cuadros. Es en este momento cuando Hilma comenzó con los cuadros para el templo, sus primeras obras abstractas, iniciadas hacia 1906. 193 obras nacieron al amparo de estas canalizaciones hasta 1915. En 1908 conoció a Rudolf Steiner, miembro destacado de la Sociedad Teosófica y fundador de la Antroposofía, quien cuando vio la obra le recomendó no mostrarla durante 50 años. La artista lo limitó a 20 años.

Durante estos años, Hilma af Klint suspendió su trabajo para asistir a su madre dependiente. No retomó su labor pictórica con Los cuadros para el templo hasta 1912. Un año después, pintó bajo los lineamientos de la geometría abstracta la serie Parsifal y en 1917, la serie Átomo. En 1920, año en que murió su madre, viajó a Suiza, donde se reencontró con Rudolf Steiner. Allí se unió a la Sociedad Teosófica y estudió sus textos. En lo pictórico, realizó una serie de pinturas sobre las grandes religiones del mundo. En 1925, abandonó la pintura por completo para dedicarse a los estudios teosóficos. Diecinueve años en los que se entregó (salvo en algunos espacios de tiempo) a la voluntad de esos ‘Altos Maestros’ que la llevaron a crear la pintura abstracta. Murió en un accidente en 1944.

Antes de morir a los 81 años de edad, estipuló que su obra fuera revelada 20 años después, tal como decidió hacer a raíz de sus conversaciones con Rudolf Steiner: 1.200 pinturas, 100 textos y 26.000 páginas de notas. De éstos, por lo menos 196 fueron dictados desde el plano astral para concluir lo que llamó Las pinturas del templo, siendo Hilma el canal para trazos de origen akáshico o espiritual. Algunas de sus obras se consideran proféticas, anticipaciones de la Segunda Guerra Mundial, y en otra medida también proféticas, como prefiguraciones de corrientes artísticas futuras. Si damos pábulo a sus notas y atendemos a los inicios de su obra canalizada, se anticipó en cinco años a Wassily Kandinsky, quien hasta 1911 no se autoproclamó como el primer artista en descubrir la abstracción en su libro ‘De lo espiritual en el arte’.

El Channelling en todo su esplendor, en un contexto donde aparecen espíritus, movimientos esotéricos y materializaciones que podemos admirar bajo la forma de pinturas y textos que Hilma creó supuestamente con una ayuda ‘sobrenatural’. Un desafío que parece venir de otro tiempo pero que sigue vigente, como demuestran declaraciones como las de Al Worden. Las anomalías siguen vivas, pendientes de revisión, estudio de casuística y de hipótesis sobre su origen y funcionamiento.

Fuentes:

  • https://www.theguardian.com/artanddesign/2016/feb/21/hilma-af-klint-occult-spiritualism-abstract-serpentine-gallery
  • https://www.tate.org.uk/tate-etc/issue-27-spring-2013/first-abstract-artist-and-its-not-kandinsky
  • https://www.theosophyforward.com/articles/theosophy-and-the-society-in-the-public-eye/1138-hilma-af-klint/
  • https://www.serpentinegalleries.org/exhibitions-events/hilma-af-klint-painting-unseen
  • https://www.livescience.com/38561-channeling.html
  • https://www.livescience.com/23852-esp-psychic-powers.html
  • Mediumship vs. Channeling (Discover the True Difference)
  • https://www.spiritfind.net/category.pl?Cat=Paranormal_Phenomena&Dir=SpiritFind
  • An Exploratory Study of Channeling

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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