La Idiocracia parece ser una realidad

Los nacidos desde 1976 en adelante parecen tener menos coeficiente intelectual de media.

¿Cuántos de los lectores han pensado alguna vez que somos más tontos según pasan los años? Puede parecer un pensamiento cruel, pero más de uno admitirá que alguna vez se le ha pasado por la cabeza. Pues ahora toca decir que quizá tengáis la razón, pues ya no solo se trata de un pensamiento compartido, sino que hay estudios que lo prueban. En concreto, se ha publicado recientemente uno del Ragnar Frisch Center for Economic Research, que ha visto la luz en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

El resultado es a todas luces demoledor: sin medias tintas se nos revela que en los nacidos desde 1976 en adelante, quienes alcanzaron la edad adulta a mediados de los 90, se ha producido una baja constante en el coeficiente intelectual (CI). Esto es lo mismo que decir que cada generación es – en líneas generales, pero no universalmente, por suerte – menos inteligente que la anterior.

Los investigadores Bernt Bratsberg y Ole Rogeberg, autores del nuevo estudio, cuentan que los resultados del coeficiente de inteligencia de los jóvenes comenzaron a caer después de un aumento constante desde la Segunda Guerra Mundial. Dicho de otra forma, la tendencia en las pruebas de inteligencia humana que permitió obtener de manera constante puntajes de CI más altos durante el siglo XX, ha terminado abruptamente.

El efecto Flynn, llamado así por el trabajo del investigador de inteligencia James Flynn, observó aumentos muy rápidos en el cociente de inteligencia a una tasa de aproximadamente 3 puntos de CI por década en el siglo XX. Esto era en un país como Estados Unidos, pero esa misma tasa subía espectacularmente hasta los 10 puntos en lugares como Holanda, una excepción dentro de la regla general.  Pero todo tiene un final, y este efecto se ha desvanecido en las nuevas generaciones, pues recientes investigaciones sugieren que el auge han desaparecido y el CI está cayendo, desde 1976, hasta 7 puntos menos por generación.

Los datos utilizados para el reciente estudio corresponden a hombres de 18 a 19 años que tomaron los tests como parte de su servicio militar obligatorio nacional en Noruega. Entre los años 1970 y 2009, tres décadas de estos jóvenes (nacidos entre 1962 y 1991) fueron reclutados, lo que resultó en más de 730.000 resultados de pruebas de cociente intelectual. No olvidemos que este país cuenta con uno de los mejores sistemas educativos de cuantos hay en el mundo, con resultados académicos notables respecto a países vecinos. Tenemos, por tanto, una muestra bastante contundente de problemas dentro de un sistema exitoso a grandes rasgos. Os dejo una pequeña imagen ilustrativa sobre el fenómeno noruego, según aulaplaneta.com.

Si echáis un vistazo, se pueden detectar varios marcadores que indican su aparente buena forma. De hecho, las pruebas PISA son un baremo casi definitivo según los expertos. Pero los investigadores del Ragnar Frisch Center for Economic Research han dado un toque de atención muy importante que deberíamos tener en cuenta. Cuidado, porque parece que comenzamos a “involucionar”. Parece ilógico, pues toda herencia biológica tiende a evolucionar, siempre en el sentido científico y estrictamente natural. Pero sí que podemos hablar de evolución regresiva, una regresión que puede ir en contra de los intereses de la especie. En este caso, la humana. Y cuidado, porque tiene mucho que ver con la revolución tecnológica, sobre todo con la inteligencia artificial.

El historiador Yuval Noval Harari, en su libro Homo Deus, teoriza que con el advenimiento de la inteligencia artificial, un grupo selecto de seres humanos se aliará a las máquinas inteligentes y se optimizará nanotecnológicamente, separándose del Homo sapiens, de manera análoga a como el Homo sapiens se separó del reino animal. Esta inteligencia artificial sería algo así como el nuevo fuego de Prometeo. ¿Les suena esto a avance humano? ¿O más bien a tendencias peligrosamente supremacistas que deberíamos haber superado pero que hoy vuelven a alzarse poco a poco? Hay muchos factores a tener en cuenta, piezas que no han encajado aun en todo este engranaje, pero que advierten un futuro un tanto confuso, y que puede ser peligroso a gran escala. Pero volvamos al estudio que abre estos párrafos.

Bratsberg y Rogeberg observaron caídas de cociente intelectual que ocurren dentro de familias, entre hermanos e hijos, lo que significa que el efecto probablemente no se deba a factores demográficos cambiantes como se ha sugerido. En cambio, los investigadores sugieren que los cambios en el estilo de vida podrían ser los que están detrás de estos coeficientes intelectuales más bajos. Por ejemplo, es posible que debido a la forma en que los niños han sido educados, la forma en que se han criado o en las cosas en las que gastan el tiempo. Si antes era la lectura mayoritariamente, con la masificación de televisores en los 70 se fue produciendo un cambio a la pequeña pantalla. La “caja tonta”, como se llama a la televisión a veces, parece ser bastante culpa de este proceso de “idiotización de las masas”. En estos días, un gran porcentaje de la humanidad consulta a “doctor Google” cada duda que le surge, sobre cualquier cosa. Poco importan que, además de incluir información veraz y de calidad, en la red tienen cabida toda clase de falsedades, medias verdades o noticias interesadas. La frontera entre verdad y mentira es muy difícil de discernir, a pesar de tener todas las herramientas posibles a la mano. Quizá estas facilidades hayan relajado nuestra inteligencia hasta niveles sospechosamente bajos.

“Internet hace énfasis en recolectar y manipular información, en lugar de contextualizar y conceptualizar su significado. Rara vez se interroga a la historia o a la filosofía; como regla, se exige información relevante a las necesidades inmediatas y prácticas. En el proceso, los algoritmos de los motores de búsqueda adquieren la capacidad de predecir las preferencias de clientes individuales, permitiendo que los algoritmos personalicen los resultados y los hagan accesibles a terceros para propósitos comerciales o políticos. La verdad se vuelve relativa. La información amenaza con anegar la sabiduría.

[…] La inteligencia artificial, al amaestrar ciertas competencias con mayor rapidez y dominio que los humanos, podría con el tiempo disminuir la competencia humana y la condición humana misma, al tiempo que la convierte en data.”

Todo esto no lo ha dicho cualquiera, sino Henry Kissinger, ex secretario de estado y consejero de Seguridad Nacional – entre otras muchas cosas – de Estados Unidos.

Otra posibilidad, más optimista, es que las pruebas de cociente intelectual no se hayan adaptado para cuantificar con precisión una estimación de la inteligencia de la gente moderna, favoreciendo formas de razonamiento formalmente enseñados que pueden ser menos enfatizadas en la educación contemporánea y los estilos de vida de los jóvenes. Esto es, que habría que actualizar todos los baremos de las pruebas. ¿Hasta ese punto han cambiado los hábitos de vida? Sea como fuere, los resultados son los que son, muy diferentes, siendo las mismas pruebas, desde mediados de los 70. Quizás el problema radique ahí, en que conforme una sociedad evoluciona, esos tests deberían hacerlo de la misma forma. O, por el contrario, estemos ante un escenario más sombrío, en el que la tecnología esta haciendo un flaco favor a la especie humana, robándole la capacidad de investigar, de aprender pasando horas entre papeles, y de sorprenderse ante las pequeñas cosas de la vida.

Fuentes:

http://www.pnas.org/content/early/2018/06/05/1718793115

https://www.sciencealert.com/iq-scores-falling-in-worrying-reversal-20th-century-intelligence-boom-flynn-effect-intelligence

https://pijamasurf.com/2018/06/ha_empezado_a_involucionar_el_ser_humano/

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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