El otro Holmes y su leyenda: la infame e incierta historia de Herman Webster Mudgett

Etiquetado como el primer asesino en serie de Estados Unidos, la historia de este niño problemático devenido en exterminador de vidas sigue dando que hablar 124 años después. Con un “nombre artístico” tomado del inmortal detective creado por Arthur Conan Doyle, el conocido posteriormente como doctor Holmes se valió del engaño y la estafa para levantar su particular hotel, el “Holmes Castle”, escenario de horrores que siguen sin ser conocidos en plenitud, aunque puede que exagerados en exceso.

El periodista John Bartlow Martin, confidente de muchos políticos insignes de los Estados Unidos del siglo XX y fallecido en 1987, describió a Holmes desde una de las facetas que más trabajó y mostró el asesino durante su vida, la del sibilino encantador: “Un caballero de la moda, mentiroso tortuoso y hábil manipulador de empresas increíblemente complejas”.

Su mapeado de este personaje es acertado, aunque desde luego es bastante más complejo de lo que se desprende de las palabras que le dedicó Martin. Cierto es que todas las crónicas señalan que Herman Webster Mudgett era un tipo alto y apuesto, con un don de gentes fuera de toda duda y con una capacidad de engañar y atraer a quien quisiera que no deja de sorprender pese al casi siglo y cuarto que separa el momento de su muerte del tiempo actual.

Pero hay mucho más. Un ser tan magnético escondía su otra cara, siniestra y perversa, que se fraguó en su infancia. Su historia comienza como la de tantos otros asesinos en serie potenciales que se desatan una vez llegados a la edad adulta. Solitario, acosado por sus compañeros de clase o con excesivas muestras de crueldad hacia los animales, en los que descargaba sus frustraciones en aquellos primeros años. A Mudgett, natural de Gilmanton (New Hampshire), le bastaron treinta y cuatro años1 para dejar un legado macabro tras de sí, que sigue dejando noticias de cuando en cuando, y que desde luego ha dejado huella en el imaginario colectivo, en forma de historias engañosas que se contaban de boca a boca antes, y ahora se perpetúan a través de Internet.

La historia y la leyenda se entremezclan en todo lo concerniente a Holmes, cuya infancia efectivamente se debe suponer difícil, pero no bastó para frenar sus aspiraciones. Estudió medicina en la University of Michigan Medical School, graduándose en 1884. Con aquellos 23 años ya arrastraba un historial de estafas prometedora, gracias a su capacidad de aprovecharse de mujeres. La primera fue Clara Lovering, con la que se casó para que ella le sufragara los gastos derivados de la carrera. Sin haber acabado aún los estudios, y con Lovering ya arruinada, al parecer Mudgett se fue con una viuda de la que también se aprovechó durante un tiempo, el suficiente para poder completar sus estudios y comenzar a ejercer – durante un escaso año – en Nueva York. Detrás dejó lágrimas, frustraciones y un hijo de Lovering, según aseguran.

No fue la única forma de estafa que practicó el buen doctor durante su juventud. ¿Recuerdan los lectores a los Resurrection men? En la Inglaterra del siglo XVI, los ajusticiados no cubrían las necesidades cada vez mayores de las escuelas de medicina y los hospitales londinenses. A finales de aquel siglo XVI, los permisos de disección se extendieron y se permitió el uso de personas sin hogar, suicidas o niños abandonados. A pesar de ello, y como se puede deducir, la cuota tampoco se vio satisfecha entonces. Es en este contexto donde surgen aquellos grupos dedicados a saquear cadáveres para venderlos al mejor postor. Todo enmarcado en el movimiento conocido como “resurreccionismo”, que involucraba la compra-venta de cadáveres al mejor postor, destinados sobre todo al estudio anatómico2.

Pues bien, entre otras actividades delictivas, Mudgett se dedicó durante un tiempo a robar cadáveres de la Universidad, y no sólo para experimentar con ellos (la leyenda en torno a su vida cuenta que sus compañeros de clase, entre sus malos tratos, contribuyeron de forma crucial a la fascinación de Herman por los cadáveres al obligarlo a tocar un esqueleto humano ). Cambiaba sus identidades para hacer una de las cosas que mejor se le daba: cobrar seguros.

Igualmente, sus engaños abarcaban desde curas milagrosas para diversos males o para crear gas natural a partir de agua. Pero su predilección era conseguir dinero gracias a mujeres, valiéndose de su físico, ropa elegante y don de palabra. Corría el año 1885 y Mudgett ya cavilaba un nuevo destino, que no era otro que Chicago. Aquella lugar daría cobijo al escenario principal de toda esta historia, luego exagerada hasta límites insospechados.

Holmes Castle

Los biógrafos coinciden en que fue en esta época en la que Herman Webster Mudgett cambió su nombre al de Henry Howard Holmes. El por qué lo hizo sigue sin estar claro. El detective de sur Arthur Conan Doyle empezaba a cobrar una importante fama, y el recién licenciado doctor necesitaba una especie de tapadera en esta nueva andadura. Lo que se desconoce es si tomó este nombre como simple guiño, por admiración o como una suerte de desafío, debido a su carácter criminal. Sea como sea, este doctor Holmes siguió seduciendo a mujeres, a poder ser con un poder adquisitivo elevado. Myrta Belknap fue la elegida. Se casó con ella y poco después le estafó 5.000 dólares y falsificó unas escrituras de propiedad. Luego llegó Melisa Holden, una viuda que regentaba una farmacia en Englewood. Tras obtener lo que quería de ella, la mujer desapareció.

Los años transcurrieron entre nuevas fechorías y estafas, haciendo que el doctor Holmes sumara cada vez más dinero, que focalizaría en un lugar muy concreto. Junto a su recién estrenada farmacia había un solar. Allí se levantaría el que sería un hotel muy especial, que albergaría a muchos visitantes que acudirían a la ciudad en la ya por entonces anunciada Exposición Universal de Chicago de 18933.

Los trabajos dieron comienzo en 1890, con una metodología muy especial, al estilo del bueno de Holmes. Las empresas de construcción fueron apareciendo por el lugar unas tras otras, en cortos periodos en los que el doctor parecía disconforme con los trabajos, por los que nunca llegó a pagar. Los escasos avances de cada empresa contratada impedía a cualquiera de ellas conocer el verdadero alcance de las intenciones de su contratador, único conocedor de lo que esperaba hacer en el lugar. Puede que Melisa Holden fuera su primera víctima – aunque la investigación en torno a sus crímenes llevaron a apuntar dos nombres: Julia Connor y su pequeña de seis años, Pearl. Las dos desaparecieron en la Navidad de 1891, tras una aventura amorosa protagonizada por Connor y Holmes. Durante los interrogatorios que se sucedieron tras su detención, el asesino no quiso confesar su asesinato. Finalmente desveló que fue un accidente, mientras practicaba un aborto en Julia –, pero en el futuro hotel habría muchas más. Precisamente, la apertura del nuevo negocio del doctor coincidió con la inauguración de la Exposición Universal, ambas acaecidas el 1 de mayo de 1893. O eso es lo que siempre se ha contado al respecto, porque puede que eso jamás ocurriera.

¿Cómo eraHolmes Castle? Su planta baja estaba ocupada por varios locales comerciales. La primera era donde se situaba la farmacia estafada a Melisa Holden y la tercera era la que albergaba las habitaciones de los huéspedes, la mayoría de solvencia económica contrastable. A partir de ahí, el edificio de tres plantas contaba con varios secretos que únicamente fueron descubiertos a medida que avanzaba la investigación, aunque en ese punto también hay controversia, como se verá más adelante. Sobre el lugar se cuentan multitud de detalles escabrosos. Su sótano y sus pasillos albergaban trampas o lugares secretos, además de escaleras que no llevaban a ninguna parte. Habría habitaciones secretas, sopletes escondidos en las paredes, instalaciones de gas que asfixiaban a las víctimas a voluntad del doctor… Toda una sucesión de asombrosos detalles que hacían las delicias de quienes gustan de lo escabroso. Aunque, como con muchas otras crónicas, el amarillismo hizo de las suyas.

Entre las barbaridades que se cuentan sobre el hotel, en el que supuestamente habrían muerto 200 personas, según los datos más exagerados, se dice que en su interior se sumergían cadáveres en ácido sulfúrico, en cubas con cal viva o se les metían en un incinerador, además de las consabidas torturas que el doctor disfrutaba, sobre todo en el caso de las mujeres. Desmembramientos, trituración de huesos o autopsias en vida eran algunas de las lindezas que practicaba Holmes, según la prensa de la época y las historias recogidas a posteriori. ¿Qué hay de verdad en todo eso?

La policía fue quien reveló muchos de estos detalles una vez que Holmes fue detenido y posteriormente ejecutado. Sí que es cierto que la actividad en el lugar estuvo atada a la Exposición Universal. Una vez clausurada, los problemas del doctor se multiplicaron. El plan del doctor era cobrar otro seguro, y para ello tuvo la idea de incendiar la planta superior para lograr unos 60.000 dólares. Las pesquisas no convencieron a la agencia de seguros, logrando que Holmes abandonara el lugar y huyera a Texas, donde siguió con sus actividades delictivas hasta que fue descubierto y encarcelado por primera vez, aunque no por los asesinatos. Se desconoce bajo qué circunstancias exactas conoció a su cómplice, Benjamin Pitezel. Pero junto a él ideó una estafa en Philadelphia para cobrar un seguro de vida, y la propia víctima – ficticia, de momento – sería el propio Pitezel. Lo que no sabían ni el cómplice ni su familia es que la ambición de Holmes le llevaría a acabar con la vida de todos ellos para quedarse con el dinero. Tampoco el doctor podía saber que sus correrías estaban a punto de llegar a su fin, gracias al chivatazo de un antiguo compañero de celda y al rastreo ejecutado por el detective privado Frank Geyer, que trabajaba para la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton4.

El compañero de celda texano que le denunció respondía al nombre de Marion Hedgepeth, y la denuncia tenía que ver, una vez más, con dinero estafado. La compañía de seguros estafada en ese crimen contrató a la Agencia Pinkerton, que puso a Geyer al cargo de la investigación. Paralelamente, se empezaba a sospechar el alcance de lo ocurrido en Holmes Castle. Relacionar a su propietario con las estafas no fue difícil, pero además estaba el asunto de las desapariciones, que pronto comenzaron a adquirir un cariz macabro. Herman Webster Mudgett y Henry Howard Holmes eran la misma persona, y además de estafador era asesino múltiple. La detención del mismo se produjo en la misma Philadelphia en 1895.

Desde ese mismo momento se comenzó a fraguar la leyenda en torno al doctor. Policía y prensa jugaron su papel en todo el asunto, aunque el propio Holmes hizo su contribución. Se hablaba de hallazgos horribles en el hotel, de interrogatorios continuados al acusado y de restos de unas doscientas personas. Holmes, por su parte, únicamente reconoció veintisiete de esos crímenes de los que se le acusaba. Fuera como fuese, el juicio de Holmes se llevó a cabo en octubre de 1895. En aquellos cinco días, el propio acusado ejerció su derecho a defensa. De poco le sirvió, pues fue declarado culpable y condenado a la horca. Una sentencia que se ejecutó el 7 de mayo de 1896. Desde ese día, la mayor parte de las crónicas que recogen el caso de Mudgett se hacen eco de las que habrían sido sus últimas palabras algunos dicen que escuchadas por un carcelero: “Nací con el Diablo junto a mi cama y siempre estuvo conmigo“.

Su hotel no le sobrevivió. Según la prensa de aquellos años, el 19 de agosto de 1896, aproximadamente a las 12:13, uno de los vigilantes nocturnos del ferrocarril vio que las llamas atravesaban el techo de Holmes Castle. Tres explosiones hicieron estallar las ventanas del primer piso. Noventa minutos después de que se informara del incendio, el tejado se había derrumbado junto con la mayor parte del edificio. El origen del fuego no se pudo determinar, aunque, como señaló el diario The Chicagoist en 20155, es probable que fuera provocado por algunos vecinos para así evitar que el lugar se convirtiera en un sitio señalado para la posteridad.

Historia post mortem

Hasta este momento se ha contado la crónica más o menos resumida de las correrías de Mudgett, que sin embargo darían para muchas páginas más si alguien quisiera adentrarse en los pormenores, las posibles víctimas, las numerosas estafas o las interminables historias que se cuentan sin cesar. Es curioso que la propia leyenda que arrastraría consigo el doctor asesino diera su pistoletazo de salida estando en vida. Tenía un evidente miedo a que su tumba fuera saqueada tras su muerte, por lo que pidió ser enterrado en un ataúd lleno de cemento fresco, y bajado a una fosa del doble de profundidad que las habituales, sin lápida en la que apareciese su nombre. Igualmente se repite el hecho de que sus abogados rechazaron puntualmente una oferta de quince mil dólares presentada por un instituto médico para conseguir el cerebro de Holmes y estudiarlo. Eso por no hablar de su pretendida huida a Sudamérica.

La teoría de la conspiración señala que Holmes pudo fingir su muerte, y para ello habría implicado a varios funcionarios de prisiones, que habrían sustituido su cadáver por el de otra persona, posibilitando de paso la huida del doctor. Robert Lattimer, un hombre en su momento de confianza de Holmes – y señalado en la prensa y la investigación como una de sus víctimas, cosa incierta –, afirmó haber visto cartas que demostraban que el médico había engañado a sus abogados, al cura y a los funcionarios de la cárcel para enterrar a un hombre muerto en su lugar. Por supuesto, Lattimer jamás mostró esas pruebas tales cartas, aunque afirmaba que Holmes escapó a un hotel a Nueva York para más tarde perderse en una ciudad de Paraguay. Todo pudo deberse a una broma, a ansias de notoriedad o a deseos de hacerse con una recompensa por la información. Pero la intentona quedó en eso, por lo que Lattimer podía sentirse afortunado. Si no, que se lo dijera a Benjamin Pitezel.

Ya en pleno siglo XXI, encontramos al gran impulsor del interés contemporáneo por la figura de Mudgett, que por otra parte y a través de los años ha sido estudiado y catalogado como asesino múltiple en muchos trabajos forenses y criminológicos. Se trata del tataranieto del asesino, el abogado Jeff Mudgett, quien en 2011 publicó Bloodstains6, donde exponía su teoría que hacía de su familiar y de Jack el Destripador la misma persona.

Mudgett ha trabajado junto a la ex analista de la CIA Amaryllis Fox7. Ambos se basan en unos textos que habría escrito el propio Holmes – unos diarios personales heredados por Jeff – y en los que éste detallaría su participación en el asesinato y mutilación de varias prostitutas en Londres. ¿Cómo y cuándo viajó a Londres? Como es de sobra conocido, los crímenes canónicos del Destripador atuvieron lugar entre agosto y noviembre de 1888. En aquel año, Herman aún no había ideado su idea para el hotel, y continuaba con sus labores habituales de estafa continuada. Si viajó o no hasta Londres es imposible de saber a ciencia cierta. Para extender su teoría, Jeff señala que la persona que fue ejecutada el 7 de mayo de 1896 no fue su tatarabuelo, sino un secuaz del mismo. Con el paso de los años, Jeff Mudgett no se ha quedado ahí, sino que ha tratado de emparentar al asesino con la actual esposa del príncipe Harry de Inglaterra, Meghan Markle. Un movimiento mediático que busca seguir generando interés en los curiosos, mientras la hipótesis que defiende se convierte en una más de las múltiples que existen en torno al asesino de Whitechapel.

En el mismo año 2017 en el que se estrenaba American Ripper en History Channel, se producía otra noticia sorprendente. Algunos bisnietos del médico solicitaron a la Corte del Condado de Delaware la exhumación del cadáver de su insigne antepasado. Se trataba de John y Richard Mudgett y Cynthia Mudgett Soriano. ¿Por qué querrían hacer algo así? Básicamente, para probar que los restos enterrados eran los de Holmes, y no los de un impostor. El 9 de marzo de ese 2017 el Tribunal del Condado de Delaware concedió el permiso para la exhumación del cuerpo del asesino y encargó a los investigadores un análisis del ADN. Según dice la orden:

Los restos serán enterrados de nuevo en el mismo cementerio, independientemente de si esos restos son o no los de Holmes. No se creará ningún espectáculo comercial o ambiente de carnaval por este evento o cualquier otro incidente relacionado con los restos.8

Sólo un par de meses después, se comprobó que los restos enterrados en el Holy Cross Cementery de Yeadon (Pennsylvania) eran efectivamente los suyos. Un misterio menos en el caso. Aunque quedaban incógnitas por conocer. Un último anexo de toda esta historia acaba de ver la luz en los últimos meses, y trata de desmitificar muchas de las habladurías que han corrido durante más de un siglo en torno a la figura de Herman Webster Mudgett. Porque una cosa es lo que dice la tradición, y otra lo que pudo ocurrir realmente

¿A cuánta gente mató el asesino? ¿A las veintisiete personas que confesó? ¿A las doscientas que señala la investigación? ¿Se incluyen las muertes atribuidas a Jack el Destripador? Adam Selzer, autor de H. H. Holmes, lo tiene claro: todo es una exageración. Selzer es partidario de que las cifras fueron exageradas en primer lugar por la prensa y, en segundo término, por la obra Gem Of The Prairie: An Informal History Of The Chicago Underworld, publicada en 1940 por Herbert Asbury. Este autor habría sido el culpable de generalizar la falacia de que H. H. Holmes asesinó a nada menos que doscientas personas, la mayor parte de ellas, mujeres9. El número de víctimas, que hasta ahora ha rondado entre doscientas y veintisiete, se ve ahora reducido a un número muy inferior: nueve.

Hasta entonces nadie había sugerido esa cifra. Pero, a partir de ese momento, todos los que se refirieron a la historia de Holmes utilizaron el dato como una estimación real.

Pero Selzer no se queda ahí en sus afirmaciones, sino que también se ha atrevido a dejar clara su postura respecto al legendario hotel de la muerte regentado por Holmes.

La verdad es que no fue hasta 1892 cuando adquirió un tercer piso. Fue entonces cuando dijo a todos que iba a montar un gran hotel, pero nunca se terminó, ni se amuebló, ni se abrió al público. Aquello solo era una mentira para engañar a proveedores, inversores y aseguradoras.

No ha sido el único en tratar de desmitificar al etiquetado como primer asesino en serie de Estados Unidos – se ha de recordar que el término no fue acuñado hasta los setenta, por parte de Robert K. Ressler – y su obra. El ensayista Harold Schechter, a pesar de haber ayudado a extender el mito del hotel de los horrores10, duda ahora sobre la naturaleza última del hotel construido por Holmes, negando incluso que fuera ideado para esconder cadáveres.

Todos estos mitos que, por desgracia, incluso yo mismo ayudé a perpetuar en su momento, fueron creciendo y se generalizaron.

Según ha recogido recientemente ABC, “el ensayista es partidario de que una de las escasas evidencias que hallaron los medios de comunicación para sustentar esta afirmación fue una gran tolva que desembocaba en el sótano. No obstante, confirma que, por entonces, era habitual que muchos edificios contaran con una ya que permitía transportar la ropa sucia hasta el sótano.

Entonces, ¿todo se trató de una mezcla de exageración de la prensa, que luego diferentes medios y personas han ayudado a perpetuar? Es preciso recordar ahora que fue el propio Holmes quien cifró las muertes perpetradas en veintisiete, tras varios interrogatorios. ¿Qué papel jugó el propio Holmes en todo el asunto? Puede que todo se deba, efectivamente, a una historia demasiado repetida pero que resultó inexacta desde su comienzo. Desde el propio acusado, pasando por la policía, la prensa de la época, los posteriores divulgadores de la historia y llegando hasta hoy, con los familiares de Mudgett que dieron y dan pábulo a diversos aspectos de la misma, todos han puesto su granito de arena para convertir a Herman Webster Mudgett – y, por añadidura, a Henry Howard Holmes – en una celebridad mucho mayor de lo que debería ser a priori. Aun siendo así, seguro que la historia tendrá más capítulos, y muchos de ellos repetirán punto por punto todo lo dicho y escrito hasta ahora.

Fuentes:

  • https://www.nbcchicago.com/news/local/who-is-really-buried-in-the-grave-of-the-devil-in-the-white-city/13142/
  • https://www.amazon.es/dp/B004U2VAJE/ref=tmm_kin_swatch_0?slotNum=1&_encoding=UTF8&amp%3Bqid=1504735500&amp%3Bsr=1-1&linkCode=g12&linkId=c38a48018d9864174d1709e978cc6fe9&imprToken=Ws6fe16zt-HKYQLG8mxy0A&creativeASIN=B004U2VAJE&tag=curiositydo04-21&creative=9325&camp=1789
  • https://www.chicagotribune.com/news/breaking/ct-hh-holmes-jack-the-ripper-serial-killer-met-20170710-story.html
  • https://www.inquirer.com/philly/blogs/real-time/1896-How-a-Philadelphia-murder-led-to-discovery-of-HH-Holmes-Chicago-House-of-horrors.html
  • https://www.nytimes.com/2003/02/10/books/books-of-the-times-add-a-serial-murderer-to-1893-chicago-s-opulent-overkill.html
  • https://harpers.org/archive/1943/12/the-master-of-the-murder-castle/2/
  • https://www.loc.gov/item/06022698/
  • http://mysteriouschicago.com/did-h-h-holmes-fake-his-death-new-info-and-podcast-2/
  • https://www.nbcphiladelphia.com/news/local/family-believes-serial-killer-may-have-faked-death/14305/
  • https://web.archive.org/web/20131014070106/http://www.wdl.org/en/item/11369/#
  • https://www.teslasociety.com/columbia_expo.htm

Notas:

1 Mudgett fue ahorcado en 1896 y enterrado en el cementerio de Holy Cross, en Philadelphia.

2 Ruiz Herrera, Félix. Resurrection men: la compra y venta de cadáveres en pos de la Ciencia. Misteriored.com (30/11/2019) https://www.misteriored.com/resurrection-men-la-compra-y-venta-de-cadaveres-en-pos-de-la-ciencia/

3 La Exposición Mundial Colombina, llamada oficialmente Feria Mundial: Exposición Colombina, fue una muestra universal que tuvo lugar en Chicago para celebrar los 400 años de la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo en 1492. La feria fue iluminada por la empresa de George Westinghouse Jr., con tecnología de Nikola Tesla. Su andadura comenzó el 1 de mayo de 1893 y su clausura se produjo el 30 de octubre de ese mismo año. Por allí pasaron, entre los más de veintisiete millones de visitantes que se calculan oficialmente, el presidente estadounidense Grover Cleveland, Thomas Edison, Alexander Graham Bell, J. P. Morgan o Frances Hodgson Burnett.

4 La Agencia Nacional de Detectives Pinkerton fue un servicio de seguridad privada de los Estados Unidos y una agencia de detectives fundada por Allan Pinkerton en 1850. Pinkerton se hizo famoso cuando descubrió un complot que pretendía asesinar al presidente electo, Abraham Lincoln, en la estación de Baltimore el 23 de febrero de 1861.

5 Whalen, Lauren. A History Of Chicago’s Murder Castle (2/11/2015) https://chicagoist.com/2015/11/02/i_was_born_with_the_devil_in_me_a_h.php

6 Posteriormente, Mudgett ha publicado o prologado más trabajos en los que se desarrolla aún más la figura de su familiar y su posible relación con los crímenes de Whitechapel. Entre ellos, Holmes: A serial killer in his own words o The Mystery of the H.H. Holmes Collection. Sin embargo, en los últimos años ha cobrado mucha fama el trabajo de Erik Larson, El diablo en la Ciudad Blanca, publicado originalmente en 2010 pero que cuenta con una edición de la editorial Ariel aparecida en junio de 2019.

7 Ambos colaboraron durante años. En 2017 se estrenó en History Channel una serie en la que ambos buscaban probar su teoría, bajo el nombre de American Ripper. Actualmente, Fox sigue inmersa en la promoción de sus memorias como agente y espía, bajo el título de Life Undercover: Coming of Age in the CIA, publicadas en 2019 por Ebury Press.

8 Gosset, Stephen. The Body Of ‘Devil In The White City’ Serial Killer H.H. Holmes Is Being Exhumed (1/5/2017). https://chicagoist.com/2017/05/01/devil_in_the_white_city_serial_kill.php#photo-1

9 Little, Becky. Did Serial Killer H.H. Holmes Really Build a ‘Murder Castle’? (10/5/2020) https://www.history.com/news/murder-castle-h-h-holmes-chicago

10 El diario ABC publicó una nota al respecto el día seis del presente mes de mayo. En ella se recoge que Schechter publicó en 2008 el ensayo Depraved: The definitive true story of H. H. Holmes. Sin embargo, la misma nota ignoró que ese título es una versión revisada de otro título del mismo autor, publicado en 1994 por el mismo autor por la editorial Pocket Books, titulado Depraved: The Shocking True Story of America’s First Serial Killer.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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