El doblete de la Creación: el Génesis y sus dos principios

Adán y Eva, según Lucas Cranach el Viejo.

Polémica cuestión la de la Biblia. El libro más vendido de la Historia y el volumen sagrado para los cristianos está plagado de cuestiones polémicas, incluso incongruentes. Compilarla en su forma actual no fue un proceso rápido, sino que duró siglos, y contiene la labor de muchos amanuenses, que recogieron relatos, los adaptaron o directamente los tergiversaron. Un claro ejemplo de contradicción lo encontramos justo al inicio del Pentateuco, en el propio Génesis, pues guarda dos relatos diferentes sobre la Creación. ¿Cómo es posible?

Había varias fuentes presentes dentro de la Biblia, que en un momento indeterminado fueron desglosadas para después unirse entre ellas, de manera que se compusiera una historia con sentido para quienes la ensamblaron. Habiendo varias fuentes, a los investigadores bíblicos no les sorprendió que hubiera una serie de relatos que se presentaban varias veces. Existen, de hecho, historias clave en el contexto bíblico que se presentan de forma doble, con algunas diferencias entre ellas, unas veces pequeñas, otras veces trascendentales. Son los llamados dobletes, que en ocasiones se presentan juntas en el texto, mientras otras veces en lugares diferentes.

Esto apunta claramente a que hubo varias manos – no sabemos con exactitud cuántas – que tuvieron a su alcance las fuentes originales o copias de las mismas y que trataron con ellas hasta que vieron satisfechas sus pretensiones. Estos autores no tuvieron reparos en presentar diferentes versiones, a sabiendas de que podían incluso contradecir a las otras. ¿Por qué? Pues mi hipótesis, a raíz de todo lo investigado y leído, es que cada cual quería defender su propio interés y justificar su posición usando las historias y leyendas.

Haciendo un ínfimo recordatorio, os contaré que se identificaron al menos cuatro fuentes diferentes dentro del relato, que respondían a las siguientes iniciales: J, E, P y D. Cada una es perfectamente identificable. Pero para este pequeño artículo no es necesario desglosar todo lo referente a ellas, pues solo nos importan las dos primeras, que presentaron el Génesis de forma distinta.

¿Hubo más de una Creación?

Al principio creó Dios los cielos y la Tierra

Este versículo es el primero que nos encontramos en el primer capítulo del Génesis. No había nada previamente, todo era caos, todo era oscuro. Llegó Dios y le dio forma a nuestro planeta, y de paso a todo el espacio sideral, como si de repente hubiera decidido que aquello necesitaba un orden, algo que diera al traste con tanto desbarajuste. Si tenéis alguna noción de religión comparada, no debería extrañaros que esta tradición se remonte a muchos miles de años antes de la redacción de la versión judeocristiana. Ya los babilonios y los egipcios habían escrito sobre ésto mucho antes, al igual que indios, chinos o escandinavos, solo por dar algunos ejemplos. Estamos, de esta forma, ante un mito universal, que traspasa océanos y continentes enteros, y que trata de mostrar cómo se organizó el cosmos.

El debate sobre la naturaleza de Dios y sobre lo que hacía previamente a la Creación sigue estando a la orden del día, con opciones para todos los gustos, a pesar de que vivimos en tiempos descreídos. Si no había nada, no había ‘luz’ y sí ‘oscuridad’. Usamos estos conceptos pues no concebimos que es la nada, siendo la ausencia de luz lo más parecido que nuestras mentes alcanzan a entender.

Si no había nada, pero Dios existía en esa nada, tuvo que pasar algo que lo incitara a crear. ¿Antes estaba dormido? ¿No era consciente de sí mismo? ¿No era perfecto? Cuidado con estas preguntas, pues muchos creyentes consideran que su dios es perfecto, aunque si tuvo que crear es porque no estaba o no se sentía completo, y de ello se desliza la hipótesis de que no era perfecto, así que la imperfección también le alcanza. Compleja cuestión la que tenemos entre manos, con respuestas aun más complejas. Aunque, según nos dirán los defensores de la fe bíblica, ‘Dios es inmutable, y su creación es amor hacia lo creado’. Nada hay que reflexionar porque todo escapa a nuestra pobre y sesgada comprensión, así que si hay algún lector que no desea dudar, le pido que deje de leer.

Cuidado con este primer órdago que enviamos a los lectores: hay dos relatos diferentes de la Creación, uno en el primer capítulo del Génesis, y otro en el segundo. Es más, hay dos nombres de dioses involucrados en ese arte de dar forma a todo. El (Elohim) y Yahvé. Ambas versiones nunca dan el nombre del otro dios. En la primera solo está El (hasta en 35 ocasiones), mientras en la segunda solo aparece Yahvé (a quien se nombra 11 veces). Siendo así, deberíamos hablar de dos Génesis: Génesis El (Dios) y Génesis Yahvé.

Fue creada la luz, que se separó de la oscuridad, y se les llamó día y noche, siendo de esta manera el primer día, que aunque no sepamos exactamente cuándo tuvo lugar, algunos aseguran que ocurrió hace unos 4000 años, y se quedan tan anchos aun a sabiendas de que el Universo tiene miles de millones de años de vida. Luego el creador tuvo a bien llenar los cielos de luceros que sirvieran para diferenciar días, estaciones y años. Curioso que ya hubiera un primer día antes de que hubiera cuerpos celestes que sirviesen para distinguirlo. No había estrellas, por lo tanto no había Sol, así que a más de uno debería dolerle la cabeza ante semejante problema. Separar tierra y agua fue algo menos caótico, pero el siguiente paso vuelve a dar lugar a una confusión impropia de un ser perfecto.

El divino creador tuvo dudas sobre cómo plantar vida en esa roca llamada Tierra. Tal es así que, miren los lectores por donde, en la Biblia hay dos órdenes distintos de la aparición de la vida. El esquema a gran escala de la aparición de los seres vivos sería el siguiente:

  • Génesis I: plantas, animales, hombre, mujer.
  • Génesis II: hombres, plantas, animales, mujer.

Por sí sola esta tabla refleja que algo no anda bien dentro del Génesis. Pues si las plantas aparecieron antes que los animales y que el ser humano en Génesis I – por no hablar de que las plantas nacieron antes de que existiera el Sol al cuarto día, cosa difícil por sí misma –, ¿cómo aparece el hombre en primer lugar en Génesis II? Es más, la mujer aparece como subordinada al hombre en ambas versiones, pero en ambos Génesis las plantas y los animales cobran vida antes que ella, lo que la hace aun menos importante dentro del escalón de la Creación de Dios.

Llegamos así al Jardín del Edén, ese sobre el que Orígenes dijo:

Nadie sería tan tonto como para tomar esta alegoría como una descripción de hechos reales.

Detalle de la Creación de Adán, de Miguel Ángel Buonarroti.

Como con tantas otras leyendas primitivas, el Jardín del Edén y sus primeros habitantes tienen su reflejo en otras culturas anteriores a la judeocristiana, que las tomaron y transformaron a su conveniencia. Los hinduistas tienen a una primera pareja cuyos nombres eran Adima y Heva, miles de años más longevos que Adán y Eva. Misma situación encontramos en Mesopotamia, donde la Gran Diosa creo a la primera pareja, aunque esta vez de forma que fueran iguales, sin uno dependiente del otro. En cuanto a la identidad de la primera pareja, a lo dicho anteriormente debo añadir que Adán es el Atum egipcio – hijo de Ptah – o el Adamu babilonio. Su creación mediante arcilla se plagió del relato de Aruru, la divina alfarera sumeria. Eva, por su parte, es la Jiva india, la Gran Creadora. También es la Isis egipcia y, tal como defiendo en La metamorfosis de la Diosa, un reflejo de la Diosa de antaño que fue suplantada por los sacerdotes solares, y cuyo último exponente es la Virgen María, madre del Redentor.

Como señalan varios autores, El Edén no se correspondería a ningún lugar terrestre, como sostienen algunos defensores de la historicidad de la Biblia, sino que está en los cielos, como bien refleja la palabra ‘Paraíso’ o ‘entre las estrellas’, que es su significado. La propia Biblia comete el desliz de señalar los dos nacimientos de la primera pareja. En Génesis I, 26-27 leemos:

Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza… y los creo macho y hembra

El (o Elohim, los dioses) lo tuvieron claro. Se creo de esta forma al primer humano, que a raíz de la descripción dada era una suerte de andrógino, como señala la expresión ‘los creo macho y hembra‘. Por su parte, en Génesis II, 7-8 encontramos lo siguiente:

Modeló Yahvé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro el aliento de la vida y fue el hombre así ser animado. Y dijo Yahvé Dios: no es bueno que el hombre esté solo.

Dos capítulos, dos creaciones. Génesis El y Génesis Yahvé, que a su vez se corresponden con dos fuentes bien distintas. La primera a P (priest, sacerdote), que a su vez se contiene en la fuente E. cuyo dios es El. Por su parte, la segunda se basa en J, siendo Jehová (Yahvé) el impulsor de la Creación. Y solo se trata de un pequeño ejemplo, pues hay muchos, muchos más…

Fuentes:

– Arias, Juan. La Biblia y sus secretos, Punto de Lectura, 2007.

– F. Urresti, Mariano. Los pecados de la Biblia, Espejo de Tinta, 2006.

– Ruiz Herrera, Félix. La metamorfosis de la Diosa, Amazon Books, 2017.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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