Un reciente artículo publicado por el Dr. Duncan H. Forgan de la Universidad de St. Andrews, propone que las supercivilizaciones de nuestra galaxia podrían comunicarse entre sí creando «tránsitos artificiales» en sus respectivas estrellas. Titulado «Tránsitos Exoplanetarios como los Cimientos de una Red de Comunicación Interestelar», el artículo comienza mencionando dos problemas básicos asociados a la comunicación interestelar: tiempo y consumo de energía. Cuando hablamos de transmisiones de radio, por ejemplo, la cantidad de energía requerida para transmitir un mensaje coherente a grandes distancias es prohibitiva. Por otro lado, las señales ópticas (i.e. láseres) necesitan menos energía, empero, que el receptor las detecte requiere una coordinación ridículamente precisa. Por lo tanto, ningún método actualmente al alcance del hombre sería fiable para establecer un sistema de comunicación interestelar con otra civilización.
Dándole pie a los recientes esfuerzos de los cazadores de exoplanetas, Forgan argumenta que un método en donde los tránsitos en frente de las estrellas son utilizados como base para la comunicación resolvería ambos problemas. Algo bastante lógico considerando que actualmente los tránsitos son la manera más popular y confiable para detectar exoplanetas distantes. Al monitorear una estrella en busca de períodos de disminución en su brillo, causados por un planeta u objeto que pasa entre el observador y el astro, los científicos son capaces de determinar si una estrella es anfitriona de un sistema planetario. El método también es útil para determinar la presencia o composición de atmósferas alrededor de los exoplanetas.
«Una inteligencia ET “A” puede comunicarse con una inteligencia ET “B” si esta última está observando los tránsitos planetarios en el sistema de la primera, ya sea construyendo estructuras para producir tránsitos artificiales observables por “B”, o bien emitiendo señales a “B” durante el tránsito. Todo con un consumo de energía mucho menor al de los diseños típicos de transmisión electromagnética», explica Forgan en su artículo.
En resumen, la idea general sería que, dentro de la llamada «Zona Habitable Galáctica» (ZHG) —la región de la Vía Láctea donde es más probable que se desarrolle vida—, las supercivilizaciones crearían una especie de Internet interestelar a través de megaestructuras artificiales que transiten su estrella anfitriona… Si esto les suena familiar es probablemente porque, en teoría, sería lo que está ocurriendo alrededor de la estrella KIC 8462852 (también conocida como Tabby).
Usando un teoría gráfica, Forgan estimó que las civilizaciones avanzadas dentro de la ZHG podrían establecer una red completamente conectada en menos de un millón de años, donde cada especie inteligente está en comunicación con la otra, ya sea directa o indirectamente (a través de civilizaciones intermediarias que pasen el mensaje a otras). No solo esta red requeriría menos energía para la transmisión de datos, sino que el rango de las señales estaría limitado solo a la extensión de las propias civilizaciones. Este método también presenta otras ventajas, por ejemplo, el requerimiento principal para conectarse sería poseer la sofisticación tecnológica suficiente como para detectar los tránsitos exoplanetarios o las megaestructuras artificiales. En otras palabras, las especies inteligentes deberían alcanzar cierto nivel de desarrollo antes que se pudieran unir a la red. Esto prevendría cualquier «contaminación cultural» y evitaría que las civilizaciones menos avanzadas sepan de la existencia de otras superiores antes que estuvieran preparadas para el contacto.
Otra ventaja que destaca el científico es que, una vez adquiridas, las señales de los tránsitos serían extremadamente predecibles, con cada transmisión correspondiendo a un periodo orbital conocido.
No obstante, la red tendría ciertos límites: «En cualquier momento, solo unas pocas civilizaciones estarían correctamente alineadas vía los tránsitos. Esto se solventaría con la cualidad acumulativa de la red, donde un sola conexión de “apretón de manos” garantizaría una futura comunicación por medio de, por ejemplo, señales electromagnéticas», escribe Forgan. «En las simulaciones que hicimos, la red acumulativa conecta todas las civilizaciones en una red completa. Y si estas comparten los conocimientos sobre su conexión con otras —tal como si se pasaran la contraseña de wifi—, entonces la escala de tiempo para el surgimiento de una gran Internet galáctica se achica a cientos de miles de años».