El arzobispo de Benevento, monseñor Felice Accrocca, y el director de la Biblioteca del Convento Sagrado de Asís, fray Carlo Bottero, se percataron de la presencia de un dragón en la undécima escena de la vida de San Francisco de Asís, «Juicio por fuego».
Los frescos fueron pintados entre 1290 y 1300 en la Basílica de San Francisco de Asís, en la citada localidad, por Giotto di Bondone, uno de los considerados como iniciadores del movimiento renacentista italiano. Si bien los frescos que narran la vida del santo son atribuidos a él, hay quienes dentro del estamento artístico niegan esta posibilidad, o al menos hacen partícipes a varios miembros de su taller.
Más allá de la duda razonable, lo cierto es que se ha vuelto a encontrar un detalle hasta ahora oculto en una de esas representaciones, concretamente en la que narra el encuentro en Egipto de San Francisco con el sultán Malek el-Kamil, a quienes el artista florentino coloca en el lado derecho del fresco, señalando hacia un fuego que arde a la izquierda. Sería entre esas llamas donde se escondería, según las autoridades italianas, un dragón, agazapado entre las llamas, como símbolo demoníaco por antonomasia del medievo.
No es el primer demonio que aparece en este conjunto. Ya en 2011 otro fresco de Giotto reveló el rostro del maligno escondido en las nubes en la escena de la muerte del santo. El actual hallazgo tiene el encanto especial de haber permanecido oculto durante ocho siglos, si bien ya parece que no es casual la intención del artista por esconder a estos seres oscuros en su obra. En una tercera escena aparecen varios, aunque esta vez los representó de forma evidente en la expulsión de los demonios de Arezzo.
Monseñor Accrocca distingue con claridad en la parte inferior de las llamas la figura de «una serpiente dragón» que, «al arder, se agita y se retuerce», alimentando el fuego. A su juicio, «es muy probable que Giotto haya querido indicar con precisión la capacidad del diablo para interponerse entre las partes e impedir el diálogo».
