Alvarez destacó que la estatuilla dorada está oculta en un terreno público y que los caza tesoros no necesitan de herramientas especiales como detectores de metales para encontrarlo. “Su cerebro y un poco de suerte serán más que suficientes para llegar al ansiado lugar“, dijo.
En la década de 1990, Les Editions du trésor publicó un libro titulado ‘Sur La Trace de La Chouette d’Or‘ (‘Tras las huellas del búho dorado‘, en español) del autor Régis Hauser, que contiene 12 acertijos que, una vez resueltos, indicarían el lugar donde se encuentra oculta una estatuilla de bronce. Sin embargo, hasta el momento no ha sido localizado. Miles de personas se unieron a la búsqueda de una lechuza de bronce con una altura de 50 cm que un tal Max Valentin (Régis Hauser) enterró en algún lugar de Francia en la noche del 23 al 24 de abril de 1993.
En esta ocasión, con L’Or de Sipán, Internet será un aliado muy importante. Pero no solo eso, sino que los métodos tradicionales también tendrán importancia. Así lo considera Gérard Simon, alias “Garp” en el medio, que ojea sus diccionarios, sus enciclopedias y los libros de matemáticas que atesora. Este jubilado de 68 años, que “inaugurará” su cuarta búsqueda del tesoro sumergiéndose en L’Or de Sipán, piensa “hacer varios miles de kilómetros al año“, al volante de su Renault Mégane, para avanzar en sus investigaciones. Puede “tomar desvíos” porque cree que ha encontrado algo.
“Creo que hay un regreso a la infancia y eso me gusta. Todos hemos leído ‘Treasure Island’, ‘Red Rackham’s Treasure’, bueno, eso es lo que aprecio”, dice con una gran sonrisa el que todavía hoy es presidente de la Asociación de Investigadores Búho Dorado (A2CO), que cuenta con 150 miembros.
Algunos llegan a formar grupos en Facebook. Uno de ellos, titulado “La Chouette d’or”, cuenta con 1.300 miembros
“Es difícil decir cuántos participantes vamos a tener, no sabemos si serán 20.000, 30.000 o 50.000”, dice Julien Álvarez. “Pero una cosa es cierta, con la pandemia, sentimos que la gente quiere escapar”.
Julien Álvarez cree que habrá un ganador, y que “será en los próximos dos años”. Tenga cuidado de no ir demasiado lejos: veintiocho años después, el “Búho dorado” de Régis Hauser sigue desaparecido.
